En primer lugar, sugiero, recomiendo, aconsejo calurosamente leer el texto que a continuación transcribo. Es ilustrativo, está bien orientado, da información que no es de conocimiento generalizado y es necesario tenerla presente en cualquier abordaje que se haga de esta temática ( y que en general, no aparece en los diferentes discursos sobre la problemática; al menos no con este grado de franqueza) y me parece algo serio, informado y bien intencionado.
Su autor es el Senador Eleuterio Fernández y ha sido publicado en el sitio montevideo.com en el día 22 de abril de 2009.
Finalizada su lectura (reitero, sin ironías de ningún tipo, vale mucho la pena leerlo), encontrarán mis comentarios.
“La importancia de las cárceles
Es “denominador común” y razón elemental, el hecho de que para cualquier organización delictiva resulta ineludible, y casi piedra fundamental, el control de las cárceles.
Cualquier persona que un mal día decida delinquir, asociada o no, sabe muy bien que el más posible de sus “inconvenientes” es ir presa. Por lo tanto debe desde el “vamos” pensar en buenos abogados y, lo más importante, en muy buenos amigos entre rejas. La cárcel es su más probable “hotel” de alta rotatividad (si la actividad elegida es delito leve) o de medianas o muy largas “vacaciones” en otros casos. Esto es así desde que el mundo es mundo: cualquier gran militar o buen delincuente sabe (la humanidad lo aprendió muy bien y lo estampó en “manuales” básicos) que no puede emprender ninguna acción por más favorable que parezca sin tener prevista una buena “retirada” y para los delincuentes la cárcel es la retirada más importante. Sobran ejemplos ilustrativos a lo largo de la Historia académica (y de la trivial) para saber que quien omita tal salvedad camina hacia una debacle. Porque allí se ajustan cuentas incluso las más viejas. Y porque allí la “justicia” es mucho más expeditiva que la del Poder Judicial: quien se haya “portado bien” con su banda, su mafia o simplemente con los demás delincuentes, estén estos presos o no, recibirá una muy buena y solidaria hospitalidad. Quien no lo haya hecho; quien haya traicionado de cualquier forma; quien no haya ayudado a sus compañeros, recibirá allí los castigos correspondientes. A veces definitivos porque la pena de muerte en ese mundo no fue derogada.Quien no haya pertenecido a grupos organizados, aunque se haya portado bien, deberá pagar como “buen preso” (al decir de allí) el derecho de piso y los peajes correspondientes en aplicación de criterios muy marxistas: “de cada cuál según su capacidad”. Quien “camine mal” afuera debe saber (y si no lo sabe será peor) que en cualquier momento lo mandarán preso para llevarlo al patíbulo. Esto confiere un Poder tremendo. El control del “afuera” se basa más de lo que se cree en el del “adentro”. Especialmente en cárceles del Tercer Mundo. Incluye obviamente la corrupción política, policial y judicial. Las más poderosas mafias manejan además de muchísimo dinero, enorme influencia social, política, cultural, policial y judicial. Mucho más que algunos Ministerios del Interior. Este es un decisivo “fenómeno” contemporáneo “nuevo”. Pensemos en las cifras que en un mundo tan globalizado maneja el tráfico de drogas, de blancas, blancos y menores, el lavado y blanqueo de activos, el tráfico de armas, el de gente, el contrabando… Entonces el “arreglo” de las cárceles no es solamente un problema humanitario que lo es y en grado sumo, sino también de seguridad. No se trata tampoco solamente (que también lo puede ser y en grado sumo) de “Universidades del Crimen” sino de algo todavía peor. No creemos que éste sea el único problema ni que resolviéndolo se resuelvan los demás del “rubro”. Estamos de acuerdo en que se requieren acciones multidisciplinarias, enfoques multilaterales y, lo mejor, interdisciplinarias e interlaterales. No se puede librar tamaña batalla desde el ojo de la cerradura de sendas chacras con alambrados acérrimos. Tampoco con lejanísimas ideas nórdicas. Nuestros delincuentes no son belgas ni mucho menos noruegos. En Alemania donde a los presos se les da trabajo y se les paga por lo menos seiscientos euros por mes, unos cuantos hermanos latinoamericanos se hacen llevar por delitos leves porque en poco tiempo ahorran como para comprar una casita en nuestros países y, encima, deportándolos, les pagan el pasaje (información proporcionada por un viejo uruguayo cuando, gracias a dichas paradisíacas cárceles y a sus propios “emprendimientos productivos”, estuvo de vacaciones por acá este verano). En algunos “Landërs” de Alemania, a los tercermundistas nos conviene más ir presos que trabajar o robar. Pero no estamos en Baviera. “
Creo que el error más frecuente que se comete al criticar a este gobierno es la falta de seriedad con que se hace y la falta total de respeto por cualquier cosa que haya hecho bien. Incluyo en este segundo caso, el descalificar a personas y jamás tomar en cuenta sus aportes.
Esta es la segunda vez que cito al Senador Eleuterio Fernández en relación al tema cárceles/seguridad (matrimonio inseparable si los hay), lo cual ni por asomo me convierte en un seguidor, acólito o camarada del mismo. Pero es que el Senador ha dicho cosas importantes y sensatas al respecto. ¿Qué me importa a mí que sea Senador por el grupo mayoritario de la coalición de gobierno? En realidad, en cuanto al valor de sus opiniones, no me las desmerece para nada, por supuesto. Lo que me genera es una terrible perplejidad. Viejo camarada del candidato oficial a la presidencia por parte de la coalición de gobierno, Senador con peso propio, hombre influyente en el EP/FA desde mucho antes que fuesen gobierno, proveniente de una agrupación de gran raigambre en el seno de la militancia frenteamplista, con fuerte presencia en los comités de base, el Senador Eleuterio Fernández es lo que se llama un hombre con poder. Sin discusión.
Entonces aquí es donde comienzan mis discrepancias de fondo con el Senador, no en lo que proclama sino en lo que hace. ¿Por qué no puso este tema sobre la mesa, que es crucial para el desarrollo del país, para el bienestar de su población, para des-marginalizar compatriotas condenados hoy a la más mísera existencia, y exigió, con todo el poder que tiene, que se le diera la prioridad que amerita? ¿Por qué dejó que el “espíritu de cuerpo” lo hiciera tolerar medidas absurdas en relación a los problemas de seguridad/cárceles, si es evidente que su visón es clara y totalmente distinta al macaneo constante que hemos debido soportar por parte de los dos Ministros del Interior de este gobierno?
El Senador Fernández tiene una deuda enorme con los ciudadanos de este país. No está ahí, en el Senado, para dejar contentos a sus compañeros de agrupación, partido o coalición. Tampoco lo está para dejar contentos a algunos de sus votantes. Está para servir a todos los ciudadanos, los que lo votaron y los que no ( dicho de sea de paso, su sueldo lo pagamos todos). Y si con meridiana claridad tiene idea de la situación y de los caminos que hay que recorrer para solucionar el problema en un área prioritaria para el bienestar de la población actual y futura, no tiene derecho a no haber dado la pelea para que se acometiera la tarea.
De la lectura del artículo se puede sacar cualquier conclusión menos que es un “discurso electorero”. Está claro que no se sale a buscar votos con discursos que, implícitamente, dice que se usará dinero público (mucho dinero) en atacar el problema cárceles/seguridad con un horizonte de mediano y largo plazo. Concluyo entonces, que además de estar informado, bien encaminado, con propuestas concretas, el Senador está bien intencionado.
El Senador Fernández, su agrupación y el entero EP/FA, conocían estas cosas desde antes de ser gobierno. Pero se comportaron como lo hicieron aquellos que ellos denostaron toda su vida: como los blancos y colorados, y como los militares, pues prefirieron mantener “el espíritu de cuerpo” antes que hacer lo que se debía. Defender la vergonzosa actuación del Dr. Díaz y de la actual Ministra Tourne, incapaces ellos de darle un mínimo de seguridad a la población, abanderados ambos de la demagógica “humanización de cárceles” cuando la realidad es la que expone con claridad el Senador Fernández, ser cómplice de esta operación maquillaje que significa mudar algunos presos a un establecimiento de detención nuevo y dejar el “sistema” sin tocar, es el comportamiento típico corporativo. Se defienden los intereses de la corporación (en este caso el EP/FA) anteponiéndolos a deberes inherentes al ejercicio del cargo, anteponiéndolos al interés general, anteponiéndolos a todo.
El Senador Fernández, por mínima honestidad, debe exigirle a su Presidente (es su aliado) que destituya a la Ministro y nombre a alguien que sirva para algo, que constituya la comisión encargada de solucionar en serio este tema, que le asigne los recursos necesarios y ordene que se deje de bobear con este asunto, tenga el costo político que tenga, pues es su deber velar por los intereses de los uruguayos ( aun los uruguayos presos) y no por los intereses de la corporación EP/FA. Y si necesitan algún dinerillo que no estaba previsto, que pongan dispensadores de café en el Palacio Legislativo y van a tener un montón de dinero disponible ya que no deberemos pagar fortunas a funcionarios cuya misión es servirle un cafecito a los legisladores.
Lamentablemente en el Río de la Plata se ha extendido una enfermedad entre los gobernantes que consiste en hablar de los problemas como si la responsabilidad de solucionarlos fuese de otro. ¿Será posible que el Senador Fernández y sus aliados en el gobierno, teniendo tan claras las cosas se hayan pasado cuatro años y dos meses sin hacer nada serio al respecto? ¿Será posible que ahora vengan a contarnos dónde está el quid de la cuestión, como si no hubiesen estado en el gobierno todo este tiempo?
¿Saben lo que me parece peor de todo esto? La falta de respeto. Falta de respeto a quienes no estamos de acuerdo con ellos ( y, curiosamente aún a los que estamos de acuerdo en algo); nos tratan de “fascistas”, que “no queremos que aumenten los salarios”, que “no queremos más y mejor enseñanza”, tal como dice una publicidad de un grupo del EP/FA. Falta de respeto a sus propios votantes, que son asaltados, atacados, amenazados y para colmo desde el Gobierno se les toma a la chacota atribuyéndole los males a los noticeros. Falta de respeto a todos los ciudadanos por igual al desviar fondos públicos para que los improductivos ganen más que quienes les damos de comer, en vez de direccionar esos recursos a mejorar auténticamente la vida (sí, la vida) de todos.
Trato y trato, pero me es casi imposible creer en nada del discurso de los integrantes del Gobierno y ellos no hacen nada para ayudarme a creerles.
Tengo claro que queda poco de este período de gobierno y que para colmo estamos en año electoral; aun así sólo les pido que trabajen en serio este tiempo que les queda (capaz que la ciudadanía se los prorroga, pero eso es otro tema) y dejen de tratarnos de tontos. No es mucho pedir; no?
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Hace 3 años
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