Con asombro la población ha recibido el informe presentado por el Relator para los Derechos Humanos de la ONU sobre la situación en las cárceles de nuestro país. Es curioso cómo a veces la vida hace que las cosas se “crucen” y muestren sus contradicciones con crudeza. Nada más claro y significativo que este caso: el informe del Relator de la ONU sobre las cárceles, el anuncio por parte de la Coordinadora Nacional por la Nulidad de la Ley de Caducidad de que ha llegado al objetivo de recoger nada menos que 255.000 firmas, y la movilización de todo un barrio por el asesinato con motivo de robo de un joven estudiante y trabajador.
En principio, deberíamos exigir ( y exigirnos a nosotros mismo, por supuesto) absoluta coherencia a todos los actores respecto de un tema tan delicado como el de los derechos humanos. Lamentablemente no es así. La coherencia, en este tema es algo bastante raro. Rarísimo diría yo.
Durante años hemos escuchado a los principales referentes y militantes del partido de gobierno usar la defensa de los derechos humanos como una bandera ética que los ponía, de hecho, por encima de los demás ciudadanos. Parecía que sólo a ellos les competía e interesaba mantener viva la conciencia social sobre este tema. Uno de los argumentos centrales de su discurso para diferenciar las barbaridades cometidas por la dictadura militar en la represión de los grupos que se proponían la destrucción del estado republicano y las barbaridades que cometieron esos grupos era (y es) que las primeras eran cometidas por el Estado. Me pregunto, ¿qué hacemos ahora que hemos comprobado, a través de un observador imparcial, que el estado uruguayo es responsable de la violación sistemática de los derechos humanos? ¿Qué hacemos ahora que hemos comprobado la hipocresía en el tratamiento de este tema por parte del partido de gobierno siendo que fue y sigue siendo uno de sus presuntos “pilares éticos”?
Seamos francos: en el COMCAR, en Libertad y en el resto de las cárceles no están detenidos lo que podríamos llamar “los buenos muchachos”. Son ladrones, rapiñeros que han lastimado gente indefensa, traficantes de drogas, asesinos…y aun así siguen siendo seres humanos. Tenemos la obligación de tomar decisiones: son o no son seres humanos. Mientras sigamos sosteniendo que lo son (cosa que para mí es indiscutible) debemos tratarlos como tales. El gobierno del FA no lo ha hecho. No ha habido la tal “humanización de cárceles”. La pretendida “humanización” fue dejar salir a unos cuantos reclusos. No se han tomado las medidas elementales para la “humanización” de las cárceles. Y esto lo saben todos, sin excepción, los integrantes del poder ejecutivo. Y no han hecho nada al respecto. También lo saben los dirigentes de los partidos que forman la coalición de gobierno aunque no estén ejerciendo cargos públicos. Lo saben los dirigentes del PIT-CNT. Lo sabemos todos. La diferencia, es que le toca al partido de gobierno velar por los derechos humanos de todos los ciudadanos (así como le tocaba hacerlo al gobierno dictatorial y los violó sistemáticamente).
Me pregunto: ¿qué hacemos ahora? ¿Es realmente más grave someter a torturas a un militante político que a un delincuente común? En realidad, por lo que nos dijeron distintos referentes, intelectuales y militantes de la fuerza política actualmente en el gobierno en los últimos 50 años, es más grave torturar a un delincuente común, ya que, desde su óptica, el delincuente es una “víctima del sistema”. Sin embargo… cuando les tocó hacer algo, miraron para otro lado y dejaron que se torturara en las cárceles de nuestro país a esas “víctimas del sistema”. Seguramente, como quita votos salir a decir: “debemos poner dinero, mucho dinero en hacer cárceles dignas y un sistema carcelario que recupere a estos compatriotas, así que, señores empleados públicos les vamos a aumentar un poco menos los sueldos; necesitamos ese dinero”, pues simplemente dejaron las cosas como están. O las empeoraron.
El Senador Fernández ha dicho recientemente algo así como que “torturar no es sólo meter una picana a 220”. Comparto. El Senador Fernández hizo lo que el protagonista del famoso cuento; dijo: “el rey está desnudo”. Sabe de lo que habla el hombre pues él estuvo preso. Mucho tiempo. En condiciones inhumanas. Y tiene muchos amigos que estuvieron presos. Mucho tiempo. En condiciones… menos inhumanas que los presos actuales. O, pongamos por caso: igual de inhumanas. Una de las ventajas (nada menor) que tenían los presos de la dictadura es que eran solidarios y “amigos” entre sí (más allá de diferencias ideológicas y episodios excepcionales). Los de ahora no tienen ni siquiera esa ventaja. Los ciudadanos en general están informados a través de una “nebulosa” de relatos terribles de las cosas que pasaron durante la dictadura militar. Vuelta la democracia, la mayoría de los presos, que eran gente de clase media y media acomodada, tuvieron “amplificación política” y sus relatos llegaron a toda la ciudadanía. Los ciudadanos sin embargo no saben lo que pasa hoy en nuestras cárceles. No hay voces que se levanten para denunciar lo que pasa. Los que están ahí son unos “pichis” y hablar a favor de ellos no “rinde” políticamente. No hay escritores ni artistas (lo oyeron a Galeano hablar de esto?; a Benedetti?, Viglietti?, alguna murga?, Larbanois y Carrero?) que “denuncien” la situación. Entonces, sin “prensa”, los ciudadanos no tienen la menor idea de lo que pasa ahí adentro. Si la tuvieran, estarían aterrorizados. Hasta por razones egoístas: imagínense cómo sale un sujeto de ahí adentro! Cinco años sin trabajar (pongamos por ejemplo), habiendo sido obligado por los hechos a integrarse a alguna banda para cometer delitos en la cárcel misma y afuera, teniendo que defenderse en forma violenta o pasar a ser un sirviente de otros, a estar hacinado con 5 o 6 personas más en un lugar previsto para dos, sin agua caliente, con una vida de valor “0” ( a alguien le importa cuando un recluso mata a otro?), sin nada productivo que hacer en todo el día, en medio de la corrupción constante, eventualmente convirtiéndose en drogadicto… Y nuevamente me pregunto: ¿vamos a comenzar una campaña para juzgar a las actuales autoridades por violaciones a los derechos humanos? Seguramente no. Este es uno de los puntos donde falla la coherencia. Porque en principio, las 255.000 firmas se juntaron para poder juzgar a quienes cometieron actos violatorios de los derechos humanos, no por “atentar contra la constitución”. A los efectos de no esconderme respecto de este tema, dejo constancia que voté “verde”, no propongo ni me parece serio juzgar a las actuales autoridades por delitos de tortura (por acción u omisión). Lo que sí me importa es resaltar el escandaloso doble discurso de un extendido grupo de dirigentes, referentes, intelectuales y, por qué no, de muchos militantes del partido gobernante.
Es evidente que los delitos no cesarán de un día para el otro, es evidente que hay que construir cárceles urgente, dignas y seguras, es evidente que no van a servir para nada si no hacemos una reforma profunda ( por favor: sin discusiones interminables!) de la legislación penal, si no hacemos obligatorio el trabajo en las cárceles, si no instrumentamos planes serios de reinserción social de los reclusos, si no desviamos los fondos increíbles que pagamos a funcionarios que producen poco (o nada) para destinarlos a funcionarios imprescindible como son los que deberían trabajar en estos planes.
Vamos al otro vértice de este triángulo que se formó por casualidad: un chico vuelve a su casa a las 22:30. Viene de una familia que con mucho esfuerzo a tratado de ir progresando. Estudia, trabaja, ha avanzado muy bien en sus estudios. Le quieren robar una mochila. Lo matan. La posición oficial es que no hay problemas de seguridad. Que aquí estamos mejor que en Río de Janeiro. Que los que hablan de inseguridad es porque no saben lo que es Caracas. El problema, según las autoridades (y mucho referentes del partido de gobierno y muchos militantes), es que los medios insisten con estas noticias. La culpa la tiene la prensa.
Tal vez, sólo tal vez, los asesinos son gente que ya estuvo presa, que ya fue tratada como un animal, que no se les dio la menor oportunidad de que cambiaran para bien, que todas las autoridades sabían que cuando salieran serían un peligro mayor que cuando entraron, y a pesar de eso no hicieron nada, absolutamente nada para cambiar la situación. Hay proyectos de ley sobre el tema minoridad que no son tratados por el parlamento (y atención: no se trata de “bajar la edad de imputabilidad” se trata de cosas mucho más seria y pensadas). El Poder Judicial necesita más fondos para funcionar mejor ( no se trata de subir los sueldos: se trata de que puedan funcionar!). Este gobierno ha tenido desde el primer instante de su instalación la mayoría absoluta en las cámaras para hacer prácticamente lo que se le antojase. Lo hizo. Lástima que no hizo lo que debería haber hecho. Si hubiesen hecho lo que debían, si hubiesen hecho lo que la ciudadanía esperaba de ellos, tal vez ese chico, sólo tal vez, hoy estuviese vivo.
Por último; saben lo que es peor?: en unos días el tema cárceles será historia, seguiremos atentando contra los derechos humanos en nuestro país, habrá más delincuencia, no haremos nada para recuperar a los marginados, a los delincuentes y morirán más chicos por una mochila. Y en la campaña electoral, escucharemos hablar a quienes tuvieron el poder absoluto de arreglar esto (al menos, de comenzar a arreglarlo) como si este problema fuera de otro.
PLATÓN Y SUS CIRCUNSTANCIAS
Hace 3 años
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