Tres chicos de 14, 15 y 17 años mataron a otro para robarle la mochila. Desde mi punto de vista, con este hecho policial tenemos cuatro casos de tragedia personal y otros tantos de tragedias familiares. Desde ya, lo peor de todo es el caso del chico asesinado. Indigna, da bronca, da sensación de impotencia…Abundar sobre esto sería menospreciar el intelecto de los demás. Pero creo que nos debemos como sociedad una reflexión seria y profunda sobre el caso en su totalidad. Y esta reflexión debe servir para guiar las acciones tendientes a eliminar, o al menos llevar a su mínima expresión la posibilidad de ocurrencia de este tipo de tragedia.
El INAU lleva sobre sus espaldas una mochila imposible de transportar en las actuales condiciones. La sola mención de “menor internado en un hogar del INAU” ya mete miedo. Y no es injustificado. Sin embargo, desde hace tiempo venimos oyendo, y creo que en algunos aspectos no está lejos de la verdad, que los problemas serios los tenemos con unos 200 menores infractores problemáticos. Discrepo con eso de que los problemas serios sólo los tenemos con esos 200, pero para no entrar en discusiones, vamos a aceptar este discurso oficial.
Mapeando la situación, las cosas son más o menos así: tenemos 200 menores infractores problemáticos al extremo. Vamos, a modo de hipótesis nada más, a empeorar la situación y suponer que tenemos 400 menores infractores problemáticos al extremo.
Me pregunto, si esto es cierto; ¿ es serio decir que no podemos solucionar el problema de 400 menores infractores ¿
Tenemos al EP en el gobierno desde hace cuatro años y un mes. Tenemos a un conjunto muy importante de expertos y profesionales relacionados a la problemática de la minoridad que son integrantes o al menos simpatizantes de alguno de los partidos que forman el gobierno. La coalición de gobierno, antes de serlo, dijo una y mil veces que este tema era prioritario. Comparto: lo es. ¿Es un tema de recursos, como se pretendió en un tiempo? Definitivamente no. Si así hubiese sido, en los cuatro mejores años en mucho tiempo en cuanto a recaudación por parte del Estado, ese problema se habría arreglado. Sí es cierto que se necesitan cuantiosos recursos. Pero están.
¿Será un problema de asignación y no de disponibilidad de recursos? Definitivamente no. Si así hubiese sido, al elaborar el presupuesto se habrían asignado correctamente los fondos ya que este tema era (y es) sensible para la ciudadanía y la fuerza política en el gobierno. ¿Será que los recursos humanos del INAU directamente afectados a este tema están mal remunerados? Definitivamente no. Si así fuese, el partido de gobierno se habría encargado rápidamente de terminar con esa distorsión en las remuneraciones, heredadas de los gobiernos anteriores, en la cual un ascensorista del Banco Central o un señor que sirve café en el Palacio Legislativo gana mucho más que un señor que debe tratar con menores infractores problemáticos y lo habría resuelto. ¿Será que el personal asignado a la tarea no es idóneo? Definitivamente no. El Sr. Presidente es médico y sabe que el mejor plan de salud fracasa si la capacidad de los operadores es inadecuada, por lo tanto, mal hubiera tolerado durante todo este tiempo tener, lo que sería en el símil salud, un hospital con “enfermeras truchas”, “nurses ineptas”, “médicos sin título”, etc. El Sr. Presidente sabe que en esa circunstancia, los pacientes morirían ( o se salvarían solos!) y no lo hubiera tolerado. Es bueno recordar que cuando el Sr. Presidente no tenía responsabilidad sobre los menores, pues era Intendente de la ciudad de Montevideo, dijo la famosa frase: “entre tapar un pozo y darle una vaso de leche a un niño, elijo darle la leche al niño”. Es decir, el Sr. Presidente manifestó su sensibilidad para con la problemática de la minoridad. Lo malo, es que cuando asumió el cargo en el cual está implícito el deber de custodiar el desarrollo y bienestar de los menores, no hizo lo que debía.
Asumámoslo: en cuatro años y un mes no arreglaron nada del problema de los menores infractores problemáticos, que son tan atendibles, como los que necesitan un vaso de leche. Tiempo les sobró, recursos le sobraron. No lo hicieron o bien por ineptos o bien por desidia. Y en esto no hay ni un miligramo de responsabilidad de los gobiernos anteriores. Los actuales gobernantes y no los gobiernos anteriores son los absolutos responsables de que no se haya hecho nada sustantivo para solucionar este tema. Desde que asumieron que vienen halando y hablando de planes, fórmulas y cualquier palabrerío, pero hacer en serio, no han hecho nada.
Un gobierno que fue capaz de imponer de un plumazo la prohibición de fumar en cualquier lugar público involucrando de esa forma a un porcentaje muy alto de la población, es obvio que tiene un respaldo social para hacer casi cualquier cosa (sana). Porque seamos francos; el problema principal es que hay que tocar algunos intereses bastante fuertes para empezar a solucionar el problema con estos menores. Intereses corporativos, por ejemplo. Sin embargo, este gobierno tuvo ( y tiene) la posibilidad de doblegar esos intereses corporativos y hacer funcionar las cosas. Si no lo hace, es sencillamente porque a pesar de proclamar que es una prioridad para este gobierno poner fin a esta situación, en realidad no lo es. Tenemos un ejemplo bien claro de esto: vino el Relator de las Naciones Unidas y dio su impactante informe sobre las cárceles
(diciendo cosas que sabíamos todos, y con mucho mayor detalle el Poder Ejecutivo) y la reacción no se hizo esperar: se tomaron medidas tendientes a arreglar, (cierto que muy parcialmente), los temas de alojamiento de los reclusos. Eso sí; el problema de fondo se deja sin abordar y otra vez, los derechos humanos serán olímpicamente ignorados.
Pero hay una complicación adicional: no tenemos un problema con 200 o 400 menores problemáticos. Tenemos un problema terrible con nuestros adolescentes y jóvenes. Y lo peor, es que no se asume y, alegre y frívolamente se le hecha la culpa de la situación actual a las políticas neoliberales como forma de excusarse y no hacer lo que hay que hacer. Y eso tiene una explicación simple: demagogia electoral. Si victimizamos a los jóvenes (así, genéricamente) no los responsabilizamos de nada. Si los responsabilizamos, es un hecho que vamos a tener que tomar medidas que a los jóvenes ( por lógica) no les van a caer en gracia. Hay que mostrarles el camino, el único posible: educación, transpiración, mucha transpiración y esfuerzo. Hay que decirles con claridad que no se dejen estafar por charlatanes, que toda la gente que tiene formación universitaria gana más que la que no la tiene ( y terminar con la estupidez del arquitecto que es guarda de ómnibus, por favor!), que quienes tienen un oficio y se han capacitado, ganan más que los que no lo han hecho. Que la lucha es larga y difícil, que las condiciones en los liceos son malas y por eso mismo se deberán esforzar más. Entonces, como se trata de no perder votos sino de ganarlos, es mucho más provechoso para el candidato pasar el mensaje de que “alguien” debe salvarlos porque ellos no son responsables de su propio destino. Obvio que ese alguien es el candidato. Y llegamos al grotesco de decir que la pasta base es fruto de las políticas neoliberales y del Dr. Lacalle. Fácil; no?
Indigna porque esos chicos y jóvenes van a ir camino al delito o a una vida miserable mientras que los hijos de los líderes del partido que les pide el voto seguirán teniendo una sideralmente mejor educación que ellos y por lo tanto una vida también incalculablemente mejor. Eso sí; con una ley de educación que le da el poder al sindicato y no ataca ninguno de los problemas reales que tienen los jóvenes. Esos problemas son, genéricamente, todos los obstáculos que impiden que se capaciten, que deseen hacerlo y desarrollen una vida de progreso, que contrariamente al mensaje generalizado, sí es posible.
Leo en la prensa que el Partido Socialista, al que pertenece la Sra. Ministro del Interior, responsable ella de nuestra seguridad, culpa a los gobiernos anteriores (fundamentalmente al del Dr. Lacalle; pero esto no es casual: muy probablemente el Dr. Lacalle sea quien dispute la presidencia con el candidato del EP) por los trágicos sucesos que culminaron con la muerte del chico al que le robaron la mochila. Francamente cansa esto. Lo que sale bien es obra del gobierno y lo que sale mal es culpa de los gobiernos anteriores. Me molesta que me traten de tonto. ¿Será que la Sra. Ministro y su partido no logran entender que la responsabilidad de cuidar nuestra seguridad hoy es de ellos? ¿ Es tan difícil de entender que nadie, absolutamente nadie responsabiliza ni a este gobierno, ni al partido de gobierno, ni al Partido Socialista, ni a la Sra. Ministro del Interior por la inseguridad del pasado, cuando no eran gobierno, pero que no existe ningún responsable más que ellos de lo que sucede hoy?
Una última reflexión: no logro entender por qué gente honesta, inteligente, bien intencionada, que la hay y mucha entre los miembros de los partidos que forman la coalición gobernante así como entre sus militantes, no frenan de una vez por todas esta situación. Me gustaría oír su voz fuerte y clara exigiendo que no se “chantee” más, que no se engañe a la población, que se arreglen los problemas de una vez en lugar de seguir echándole la culpa a otro. Lamentablemente, creo que esto no sucederá. No se hará lo que hay que hacer con los menores infractores a efectos de recuperarlos, no se hará nada para sacar de su marginación a los adolescentes en situación de riesgo y encauzarlos a una vida de esfuerzo por superarse. Nada de eso se hizo. Nada de eso se hará en lo que queda de este gobierno. Y tendremos más delincuencia y más marginación, y tal vez más muertos por una mochila, y más excusas, y todo una y otra vez sin fin.