Los argentinos son buena gente. Yo los quiero mucho. Después de haber vivido allí muchos años, uno llega a quedar totalmente desconcertado con esa gente que son una maravilla dentro de sus fronteras y se vuelven “insoportables” no bien salen de ellas.
Pero tienen sus defectos (como nosotros los nuestros, desde ya). Uno de los más notorios es la pésima costumbre que tienen de fabricar “ídolos con pies de barro”; otro es, y casi como consecuencia obligada del anterior, la manía de poner a alguien a hacer lo que no sabe sólo porque sabe hacer otra cosa. Es así que a nivel frívolo, un programa de TV es muy exitoso porque pone a cantar a algún caballero famoso por sus dotes de actor o a una jovencita conocida por sus atrayentes curvas. El resultado es obvio: un desastre. Bajando un grado en la frivolidad, ponen a un jugador de fútbol extraordinario, pero que ha demostrado a lo largo de su vida que no es capaz de conducirse a sí mismo con un mínimo de sensatez, a conducir el seleccionada de fútbol de su país. Y en el colmo de los colmos y ya sin un gramo de frivolidad en el tema, ponen de Presidente de la Nación a la esposa del ex presidente. La Sra. Cristina Fernández tiene solamente un mérito para ser la Presidente de los argentinos: es la esposa de Néstor Kirchner. Cuando estas cosas suceden el resultado es indefectiblemente malo. Como la Sra. Cristina Fernández no tiene mérito serio alguno para ser Presidente, sucede lo que tiene que suceder, no ejerce realmente la presidencia y entonces alguien ocupa su lugar: ese alguien es el Sr. Néstor Kirchner. Néstor Kirchner es un hábil manejador del poder, de la intriga, la amenaza, la extorsión y no tiene ningún apego a las instituciones republicanas. Como consecuencia la Argentina ha multiplicado sus pobres e indigentes a un ritmo frenético en el medio del período de mejor contexto exterior para su economía en muchas décadas. Todo lo que produce Argentina llegó a precios récord. De esa bonanza, a los pobres no sólo no les llegó nada, sino que perdieron de lo poco que tenían en la década del 90. Este es resultado real, incontrovertible de la performance de un gobierno que se llama a sí mismo “progresista” y que es aliado de otros gobiernos “progresistas” del continente. Los beneficiados de esta bonanza son, mayoritariamente los amigos del matrimonio presidencial. ¿Qué es lo que pasa entonces? Varias cosas, pero me centraré en dos: a) no gobierna la Sra. Cristina Fernández y b) el objetivo central del partido de gobierno es mantenerse en el poder.
Seguramente usted se estará preguntando dónde está la similitud con nuestro país. Veamos; el Senador Mujica es firme candidato a ser el próximo Presidente de los uruguayos. ¿Qué cualidades tiene para serlo? Ninguna. Revisar su historia es entender que Mujica no sabe cómo se gobierna (aclaro: eso no lo convierte en mala persona, pero sí en mal presidente). Mujica ha conseguido adhesiones en base a la indefinición permanente sobre cualquier tema serio y a un “aparato” bien armado que descubrió en él un “filón” y lo condujo hasta el lugar en que hoy está. Un ropaje de “hombre de pueblo”, frases ingeniosas, ideas disparatadas pero atractivas, encare tipo “pastor” pregonando la llegada de un mundo mejor (exactamente eso: la llegada, no la construcción que es bien diferente) sirvió para que alguien se dijera: ¿y por qué no? El punto es: ¿tiene Mujica las condiciones del “conductor”? No; decididamente ninguna. Sin ir más lejos, la noche del 25 de octubre, en la cual cualquier líder auténtico en cualquier país del mundo, con ese formidable nivel de votación le hubiera trasmitido a sus partidarios el mensaje más optimista imaginable, el senador Mujica lucía francamente deprimido y derrotado. Estaba como si hubiese sido efectivamente vencido. El Cr. Astori, habitualmente poco comunicativo y moderado, tuvo que hacer de soporte moral al lado de un hombre que tenía la actitud propia del “entregado”; estaba abatido. Analicemos someramente qué puede haber resultado “adverso” para este hombre que aspira a conducir los destinos del país desde la más alta posición ejecutiva: 1) No logró ganar en primera vuelta, 2) no se aprobó el voto para anular la “ley de caducidad”, 3) no se aprobó el “voto epistolar”. Sobre “2”: no tiene importancia ( aunque en otro momento dedicaré algún párrafo a analizar ese fenómeno), ya que la Suprema Corte de Justicia la declaró inconstitucional por lo cual se podrá recurrir ante la justicia por cualquier crimen que estuviera amparado por esa ley sin problemas ( con dificultades y demoras, pero se podrá); sobre “3”: era un proyecto descabellado donde el partido de gobierno “metió la pata” y listo ( de ahí a “sentirse derrotado”, para un líder auténtico hay una distancia enorme), por último, para “1”: ¿de qué estamos hablando? Un partido que es gobierno y logra el 47 o 48 % de adhesiones (sin trampas) tiene que salir y festejar por todo lo alto. Parte para el balotaje con más votos que sus adversarios directos sumados. Y aquí está lo del título: la “argentinización”. Tenemos un candidato con enormes chances de convertirse en Presidente, que de lograrlo no gobernará. Si ante una contrariedad tan menor, comparada con las que puede tener un país, reacciona de esta manera, es imposible que alguien no deba hacerse cargo en lugar suyo de la conducción real de la Nación en algún momento. ¿Se imaginan a Mujica enfrentando alguna crisis como las (varias sumadas) que tuvo que enfrentar el gobierno de Jorge Batlle? Como si esta prueba de su incapacidad para asumir la primera magistratura no fuera lo suficientemente terminante, hay que analizar la historia del Senador para conocer sus capacidad de liderazgo y su capacidad de evaluar las situaciones conflictivas para tomar decisiones. Lo único que sabemos con certeza es que formó parte de la “cúpula” del MLN-Tupamaros durante un período.
¿Realmente alguien cree que eso es demostración de “liderazgo” y “capacidad de conducción”? Nadie jamás entre los Tupamaros mencionó a Mujica como un “líder” y en cuanto a capacidad de “conducción” es (como dirían los abogados) “partícipe necesario” en llevar a una contundente derrota total a su ejército. La acción de los Tupamaros, (más allá de “operaciones exitosas” aisladas) no puede ser juzgada con seriedad más que como una sucesión de disparates militaristas que condujeron con precisión milimétrica a su total derrota. Tan sin sentido terminó siendo su lucha, que llegaron a proponer cambiar “la paz” (con ellos, no con todo el pueblo) por una terminal pesquera en La Paloma y no recuerdo que otra cosa de similar importancia. Demasiados muertos y heridos para eso. Y además, de espalda a sus propios militantes acordando directamente con los militares. O sea: líder no y como conductor…cuanto más lejos, mejor! Hasta aquí, está igual que Cristina Fernández.
Me pregunto: ¿esto será casualidad o será una genial maniobra del grupo “duro” del MLN y del Partido Comunista? No debemos olvidar que los grupos más serios de Frente Amplio, (el grupo de Astori y parte del Partido Socialista) saben desde ya que son “rehenes” del tótem de la unidad(Mujica y los Comunistas son quienes más han insistido en esto en los últimos tiempos). El que quiera moverse un poquito de la línea que imponga “la barra” (o sea: el poder detrás del trono) pasará a ser “traidor”. Tan traidor como Batalla, Juan Pablo Terra y todo aquel que desafió la “unidad”. Este extremo lo tiene probado el Cr. Astori que siendo co redactor de una ley, “la barra” lo hizo votar en contra. Aquí, también estamos igual que en Argentina: al Frente Amplio sólo le interesa en última instancia, conservar el poder.El Senador Mujica y Cristina Fernández, están entonces en idéntica situación. En Argentina sabemos quien gobierna; en Uruguay, sería buenísimo saber antes del balotaje quien lo va a hacer si gana Mujica. Pero no lo sabremos. Eventualmente, cuando nos enteremos, será tarde. Igual que lo que sucedió en Argentina
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